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El SIDA es una etapa avanzada de la infección por el Virus de Inmunodeficiencia Humana (VIH). Se trata de un retrovirus que ataca las defensas del organismo y altera la capacidad para defenderse de las enfermedades ocasionadas por otros virus, bacterias, parásitos y hongos. El sistema inmunológico agrupa diversos tipos de células, entre otras los glóbulos blancos encargados de luchar contra los agresores externos. El VIH concretamente mata a un tipo de células, los linfocitos CD4 que integran el sistema inmunológico.¿Qué significa la palabra SIDA?
La palabra SIDA se forma con las iniciales de la expresión "Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida."
Síndrome: conjunto de signos y síntomas.
Inmuno: relativo al sistema de defensas.
Deficiencia: disminución.
Adquirida: alude al carácter no congénito.
Es decir que se ha desarrollado el SIDA sólo cuando se presenta un conjunto de signos y síntomas que indican que las defensas están disminuidas porque se contagió el virus. Es posible estar infectado con el VIH, es decir, ser VIH positivo o portador del virus, y todavía no haber desarrollado el SIDA. Desde el momento en que el virus ingresa al cuerpo hasta que aparecen los síntomas puede pasar mucho tiempo, entre 10 y 12 años, período que puede extenderse si se comienza un tratamiento temprano. Sin embargo, es necesario tener en cuenta que se trata de plazos promedio globales que varían de país en país y se modifican sustancialmente con el propio desarrollo de la epidemia en cada lugar y con la evolución de los tratamientos. 



El virus del SIDA ingresa al organismo a través de la sangre, el semen y los fluidos vaginales y una vez incorporado ataca el sistema inmunológico. Este sistema está constituido por un conjunto de componentes que incluyen células, anticuerpos y sustancias circulantes que enfrente a todo elemento que sea reconocido como ajeno o extraño. Esto sucede, especialmente con los agentes infecciosos como bacterias, hongos, virus y parásitos. 

Frente a la presencia de agentes infecciosos el sistema inmunológico moviliza para defenderse células llamadas linfocitos. Los linfocitos, al ser invadidos por el virus VIH pierden su capacidad para reconocer y enfrentar a los agentes extraños, los que aprovechan la oportunidad de esta caída de la vigilancia inmunológica para proliferar. Para multiplicarse, el virus pone en funcionamiento un mecanismo específico de los retrovirus por el cual copia su genoma (conjunto de información genética de un ser vivo) de ARN, en el ADN de la célula. La presencia del virus estimula la actividad reproductiva de los linfocitos pero, dado que tienen copiado el genoma del VIH, en vez de reproducirse, multiplican células virales. 



A medida que el virus se reproduce, el organismo se hace cada vez más vulnerable ante enfermedades contra las cuales, en tiempos normales puede defenderse. A estas enfermedades se las denomina enfermedades oportunistas. La caída de las defensas no es masiva y uniforme sino que permite con mayor probabilidad la aparición de ciertas enfermedades: infecciones (las más frecuentes son las pulmonares, y también otras producidas por diversos virus, bacterias, hongos y parásitos), y distintos tipos de cáncer (los más comunes son lo que afectan la piel y los ganglios linfáticos).

Uno de los indicadores más evidentes del avance de la infección y del desarrollo del SIDA, es la aparición de estas "enfermedades oportunistas". Por eso se las considera "marcadoras" o "trazadoras". Marcan la presencia y evolución de la infección. A ellas se suman los efectos directos del virus en el organismo, que incluyen, entre otros, trastornos del sistema nervioso y del aparato digestivo. Cuando el portador del VIH desarrolla este conjunto de afecciones se lo considera un enfermo de SIDA.

Como se expuso anteriormente, puede suceder que el VIH, una vez ingresado al organismo permanezca "en reposo" dentro de los linfocitos invadidos. En esta situación, el paciente no tiene síntomas, por eso se lo llama portador asintomático. Sin bien no presenta síntomas el portador asintomático puede contagiar a otras personas sin saberlo. 


La Gripe Porcina

Un estudio de la Fundación INFANT reveló que la mortalidad en niños por gripe H1N1 fue diez veces mayor que en años anteriores.
El trabajo fue realizado por investigadores de la Fundación INFANT y seis hospitales pediátricos de la ciudad de Buenos Aries y el conurbano y se incluyeron a todos los niños menores de 18 años internados con diagnóstico confirmado de influenza A H1N1.
El objetivo de este estudio, que se publica hoy en la principal revista médica del mundo, The New England Journal of Medicine, fue describir las características clínicas y epidemiológicas de la infección por H1N1 en niños y compararlos con los datos de la influenza estacional.
Ante la urgencia por la pandemia, los investigadores de INFANT conformaron una red de profesionales que trabajaron de mayo a julio en estos hospitales públicos cuya área de cobertura es de 1.200.000 niños, para comprender y evaluar el impacto del virus influenza A H1N1 en la población pediátrica de nuestro país.
En el estudio se incluyeron 251 niños hospitalizados por la nueva gripe de los cuales:
  • 75 % eran menores de 2 años.
  • 34% tenían enfermedades pulmonares o neurológicas preexistentes.
  • 30 % vivían en condiciones de hacinamiento.
  • 19 % tuvieron que ser ingresados en la unidad de cuidados intensivos.
  • 5 % falleció.

Además, los datos arrojados demostraron que la tasa de hospitalización fue el doble que la causada por influenza estacional en la misma población en el 2008, mientras que la mortalidad por influenza H1N1 fue diez veces mayor que la provocada por la influenza estacional en los años anteriores.
En el trabajo se logró identificar como grupo de mayor riesgo frente a la enfermedad a:
  • Los niños menores de 4 años
  • Niños con problemas neurológicos
  • Niños con enfermedad pulmonar crónica (incluida el asma).
Participaron en el estudio pediatras del Hospital Durand , del Hospital de Niños Sor Ludovica de La Plata, del Hospital de Niños Pedro de Elizalde, del Hospital Materno Infantil Dr. Carlos Gianantonio de San Isidro, del Hospital Eva Perón de San Martín y del Hospital Posadas.
Además, también colaboraron en la investigación profesionales del Instituto de Microbiología Dr. Carlos G. Malbrán.